lunes, 21 de enero de 2019

Receta #23: Empanadillas de dulce de leche.

¡Hola holita, Miguelitos!


Alooooooo! ¿Qué tal? ¿Cómo va eso? ¿Estáis cumpliendo vuestros propósitos de Año Nuevo? ¿Sí, no, os habéis olvidado de que hicisteis? (O a lo mejor ni siquiera os los planteasteis. Y así no os sentís mal por cumplirlos. Es una buena estrategia. ¿O habéis renovado los de años anteriores que sabéis que nunca vais a cumplir pero siempre termináis diciendo «para el año que viene»? También es una estrategia aceptable). ¡Que ya estamos a mitad de mes, hay que ponerse las pilas!


OMG, ESPERAD UN MOMENTO, PARAD EL MUNDO, QUE YA ESTAMOS A MITAD DE ENERO. Pero WTF. Ya solo nos quedan 2 recetas por publicar de esta nuestra serie de recetas detox. Qué triste es el mundo (que a ver, podríamos alargar lo de las recetas detox, pero en la variedad está el gusto y no podemos malacostumbraros). También es verdad que una entrada por semana da para cuatro entradas y por lo tanto cuatro recetas (qué bien llevamos esas matemáticas) y cuatro recetas se terminan muy rápido (de publicar, no de comer, podéis cocinarlas tanto como queráis y ser gochos a todas horas. Nosotras lo somos. Seguid nuestro ejemplo). Y si os estáis preguntando «pero si os da penica publicar solo cuatro entradas al mes, ¿por qué no le metéis más caña al blog?»… SsssssssssPUES NO, MIRAD, NO. Eso ya no es vagancia, es que tenemos vidas muy ocupadas y vividas. No nos vais a hacer sentir culpables por no dedicarle más tiempo a nuestro rinconcito de Internet.


Bueno, vamos al grano, que el tiempo apremia y hay tripas que llenar. ¿¡ESTÁIS PREPARADOS!? *se oye un leve, aunque firme «síiiiiii»*. Pues allá vamos.


EMPANADILLAS DE DULCE DE LECHE

INGREDIENTES
Obleas para empanadillas.
Leche condensada.
Huevo.

PREPARACIÓN
1. Coloque el bote de leche condensada sin abrir al baño maría durante dos horas para convertirlo en dulce de leche. (No seáis impacientes como soy yo siempre y la saquéis a la hora porque os quedará algo intermedio que no es ni una cosa ni la otra). (A una mala, y para ser más vagos, podéis comprar dulce de leche, que lo venden ya hecho).
2. Rellene las obleas con una cucharadita de dulce de leche (o con un cucharón, pero probablemente en ese caso no pueda cerrarlas).
3. Cierre las obleas sellándolas con un tenedor. (Y no con agua en el dedo como siempre me exige mi madre. ¡Mis empanadillas, mis normas!).
4. Bata un huevo y pinte las empanadillas con el huevo batido.
5. Meta las empanadillas en el horno a 180 ºC durante 15 minutos.
6. Deje que enfríen antes de comerlas.

Corta, concisa y deliciosa. Y, aparte de riquísima, triunfa en cualquier parte, es cómoda de de comer y ¿a quién no le gusta el dulce de leche? Además, también es rápida si ya tienes el dulce de leche hecho y a mano, pero tampoco es como si hubiera que estar superpendiente del mismo mientras se hace. Total, es una lata de leche condensada en una cazuela. Fin. Y así como una idea aleatoria, si además del dulce de leche le añadís una frambuesa antes de cerrar la empanadilla, ya tenéis el postre más delicioso que podáis imaginar (o plátano, el plátano con el dulce de leche también es una delicia).


En definitiva, aquí os dejamos una receta simple, simple como el mecanismo de un botijo (que no tiene mucho misterio, pero es un inventazo porque siempre mantiene el agua fresquita, aunque haga un calor infernal fuera. Ojalá vivir en un botijo en verano) (¡Podríamos patentarlo!). Eso sí, aquí os dejamos la versión sencillita de estas empanadillas dulces, porque luego hay una versión que también es deliciosa, rellena de fruta caramelizada con miel, que os morís de lo rica que está, pero eso es ya experimentar con sabores y rellenos (mi padre y yo lo hacemos mucho y estas Navidades tuvimos tres tipos de estas empanadillas).


Y hasta aquí la delicia de hoy, esperamos que os haya gustado y que aprovechéis para poneros como cerdos. Como cerdos dulces, pero cerdos. (Mmmm… como los jamoncitos mal llamados nubes en la mayoría de lugares, pero que en realidad se llaman jamoncitos). (Tía, no. Te adoro, pero por ahí no paso: son nubes de toda la vida de Dios y nadie en su sano juicio las llamaría jamoncitos. WTF) Pero fuera de nuestras discusiones de terminología, os deseamos lo mejor ¡y lo mejor es la comida!

Con mucho amor y brillis brillis,
Camino Marina

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