domingo, 2 de septiembre de 2018

Receta para vagos #18: Alitas agridulces.

¡Hola holita, Miguelitos!


¿Qué tal lleváis la semana? ¿Alguna novedad? (Nosotras no. Punto). ¿Cómo estáis? ¿Habéis hecho algo guay en vacaciones o habéis llorado un poco porque este año no toca de eso? ¿Sabéis qué época es esta? ¡Ya ha llegado septiembre! La vuelta al cole y todo eso [aunque en El Corte Inglés ya es Navidad, por ejemplo (Queridos Reyes Magos, este año…)].
Lo que quiere decir que todos esos monstruitos que han pasado todo el verano libres y asalvajados van a estar lloriqueando y moqueando por volver al colegio/instituto a la vez que alegres por volver a ver a sus amiguitos. Ains, criaturitas. Os reventábamos a todos la boca contra el asfalto. También los universitarios vuelven a sus clases, pero como nosotras los envidiamos y queremos volver a aquel maravilloso limbo entre la locura adolescente y la relativa responsabilidad adulta, no nos vamos a meter con ellos. (No nos gusta hacernos mayores. Estar en la uni era divertido aunque parezca que no por anteriores entradas en este blog).


Para esta vuelta al cole que a nosotras no nos afecta lo más mínimo porque hace una semana estábamos trabajando, esta semana hemos trabajado y la semana que viene estaremos trabajando (y la siguiente, y la siguiente, y la siguiente), os hemos traído una receta agridulce con la que acompañar aquellos momentos de la vida con el mismo sabor. Por si sois unos melodramáticos y necesitáis justificaciones poéticas para todo, como nosotras, porque esto está riquísimo y no hace falta limitarlo a ningún momento ni estado de ánimo. A que tengáis hambre, como mucho (Si fuera por esa persona con la que comparto nevera y váter y que aquí llamamos «el gallego», en esta casa solo se comería esto)

ALITAS DE POLLO AGRIDULCES ESTILO MARINA
INGREDIENTES

Alitas de pollo cortadas por la mitad o muslitos (o las dos cosas).
Miel
2 limones
Arroz (opcional, pero altamente recomendado).

ELABORACIÓN

1. Eche las alitas (o los muslitos, o los dos) en la sartén con un chorrito de aceite y deje que se doren.
2. Una vez las alitas (o los muslitos, o los dos) están bien doradas o al gusto del consumidor (a mí me gustan más bien blanquitas, al gallego le gustan socarradas), exprima los limones y rocíe con su jugo las alitas con cuidado de no echarse sin querer (o queriendo, que hay gente que va por la vida como locos) medio limón en los ojos. (Escuece).
3. A continuación, añada miel sin conocimiento. Como esta unidad de medida es bastante inexacta, desde el Club recomendamos que vaya añadiendo cucharadas una a una y deje que la miel se disuelva en el limón antes de añadir la siguiente cucharada, así siempre podrá ir controlando el espesor que usted quiera en la salsa. Puede ser tan espesa o líquida como usted quiera. También puede ir probando para ver qué tal está, pero no meta el dedo directamente. Una cuchara valdrá para este trabajo.
4. Una vez la salsa este a su gusto, sirva y disfrute. Hay que lamerse los dedos, si no, no está comiendo bien las alitas.
6. Este plato queda especialmente rico con arroz, así que desde el Club recomendamos añadirlo (cocido, porque crudo está como difícil de comer).

Como veis, siempre os ofrecemos comidas fáciles, rápidas y riquísimas. Además, lleva fruta. ¡Sanísimo! Bueno, vale, en realidad el zumo de limón no se puede considerar exactamente como «llevar fruta», pero eso son tecnicismos. Y el pollo es una carne muy sana. Y la miel es superbuena para el ser humano también. (¿Sabíais que no caduca? Pues ahí tenéis el dato). También podéis hacer la salsa para otras carnes, pero con el pollo en alitas o muslitos es donde mejor queda (para pringarse los dedos a gusto, porque comer con los dedos es extrañamente satisfactorio).


Así que ya veis, Julieta Venegas os quiere como el tequila, con limón y sal, y nosotras os queremos como el pollo, con limón y miel. En realidad, de cualquier manera. Os queremos, sin más. Es que estamos muy cariñosas esta semana. Excepto si preferís las nuevas películas de Star Trek a las viejas, así no os queremos (que no decimos que no puedan gustaros, que pueden, pero debéis reconocer siempre la superioridad de las viejas. Porque el Spirk está ahí, brillante como el sol. En las nuevas es una mierda de Spirk, ni siquiera hay Spirk, ¿¡qué pasa con el Spirk!?).

No estamos locas, ¿veis el amor? ¿lo veis? ¡MÁS CLARO Y TE PINCHA UN OJO!
¡Bueno! Esta entrada se acaba ya, como todo lo bueno. Esperamos que os encante esta receta, y queremos saber si vosotros tenéis otras que compartir con nosotras: siempre estamos abiertas a nuevas ideas para comer cosas ricas ricas de formas fáciles fáciles, porque no hay nada que nos haga más felices que comer. Aparte de vernos. Entre nosotras, no al espejo.
¡À bientôt, Miguelitos!

Con mucho amor y brillis brillis
Camino y Marina

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