lunes, 12 de noviembre de 2018

Las Bratz mandan y no tu panda.

¡Hola holita, Miguelitos!

¡Hola hola, caracolas! ¡Hola holilla, abubillas! ¡Hola holete, cacahuetes! ¡Holi holi, aliolis! ¡¿Qué tal?! ¿¡Bien!? ¿¡Sí!? ¡¡Esperamos que todo genial!! ¡¡Así, con varios dos signos de exclamación!! ¡¡Que, según Terry Pratchett (<3), son «el signo seguro de una mente insana»!! ¡¡Como las nuestras!! :D

Hoy os venimos a informar de algo alarmante, catastrófico, calamitoso, funesto, lo peor. Y es que ya están los catálogos de juguetes listos y en circulación. Os podéis estar preguntando ahora mismo «¿Qué tiene esto de terrible además del increíble derroche de papel que suponen y de que muchas veces están recreando roles sexistas hacia los juguetes que venden, plantando a las niñas en la zona de cocinitas y bebés y a los niños en la de ciencias y figuras de acción?». Pues bien, para eso estamos, para responderos, porque seríamos muy mala gente si os planteáramos frases desconcertantes y luego no os explicáramos lo que queremos decir, y podemos ser muchas cosas, pero mala gente no. Bueno, a veces. Otras sí lo somos. Mala gente, queremos decir.
En fin, que nos enrollamos.


Lo terrible no es el catálogo en sí, sino lo que contiene. O más bien lo que no contiene. Sí, queridos Miguelitos, nosotras, que hemos podido acceder sorpresivamente a uno de estos (gracias, El Corte Inglés. O no, porque tienes explotada a mi Chutu. MUERE, EL CORTE INGLÉS), también nos quedamos patidifusas cuando nos percatamos de este suceso que estamos a punto de redactaros. ¿Estáis atentos? Allá va el bombazo: ¡ya no se venden las Bratz! ¡Nuestras muñecas de la más  tierna infancia! Porque sí, queridos, nosotras eramos totalmente de Bratz (lo que no quiere decir que no tuviéramos Barbies, pero puede que estas sufrieran o hubieran sufrido algún tipo de percance o accidente… como perder el pelo… o la cabeza… o simplemente que no nos gustaran tanto). ¡Eran las muñecas más guays! ¡Estaban pintadas como pilinguis chicas con cierto poder adquisitivo y social de los principios de los 2000! ¡Podías quitarles los pies! [Yo siempre las tenía (y tengo) sin pies. Era gracioso hacerlas andar sobre muñones] (Eran unas visionarias, ¡se acabó el ser incapaz de encontrar tu número de pie en tus zapatos favoritos!).

De hecho, fue una sorpresa (o no, porque ya hemos asumido que somos almas gemelas y ya casi no nos sorprende cuando coincidimos en algo. Nos sorprendemos más cuando no coincidimos en algo, como en la peli de Amélie) cuando nos conocimos el percatarnos que ambas teníamos una muñeca preferida: éramos de Yasmin. Y también teníamos una antagonista perfecta para las historias que nos montábamos con Yasmin: ambas pensábamos que Chloe era una mala pécora y la malvada perfecta. No por nada, pobre muchacha, ¡pero es que tiene cara de mala pécora! Y encima es rubia (que no tenemos nada en contra de las rubias, pero, ya sabéis, el cliché). Si es que lo tiene todo: tiene pinta de mala amiga, rastrera, manipuladora y de todo lo malo que puede ser una persona, ¡seguro que era Hitler reencarnado en muñeca cabezona! Que después te lees las características de las muñecas y Chloe era tan amorcete como la que más, pero como era rubia y estaba pintada especialmente pilingui… pues vaya, era sumar 2+2.


En fin, que en nuestra infancia lo teníamos claro, Yasmin era la prota y Chloe era la mala, el resto solo estaban para hacer bulto o ser el interés romántico potencial de una de las dos o las dos a la vez, independientemente de su género, porque tuvimos la suerte de que en nuestra infancia nadie se echara las manos a la cabeza por hacer que nuestras muñecas fueran bisexuales u homosexuales [o a lo mejor no lo hicieron porque solo teníamos un muñeco chico y eso siempre limita las posibilidades heterosexuales (yo incluso travestía a mi muñeco chico porque quería que todas fueran chicas, pero era bastante difícil porque los muñones de las chicas no eran iguales a los muñones de los chicos y era un poco difícil ponerle tacones al muchacho) (y aquí volvemos a las ventajas de hacerlos andar sobre muñones)].

Ahora las han sustituido por esas malas copias llamadas Monster High o algo así, que ni siquiera puedes quitarles los pies, tienen las espaldas tan arqueadas que las pobres van a tener que ponerse corsé pronto (y no del bonito, sino de los ortopédicos. En serio, que tienen hiperlordrosis, eso duele que te cagas) y tienen los nombres más cutres del mundo (y para nada de principios de los 2000 como Sasha, Jade, Yasmin y Chloe). ¿Draculaura? ¿Clawdeen Wolf? ¿Lagoona Blue? ¿Frankie Stein?… ¿Qué pollas es esto? Cada vez hacen muñecos más raros, en serio. Nada que ver con nuestras pilinguis. De hecho, y para que veáis que nosotras siempre argumentamos nuestros análisis, os vamos a enseñar cómo son los juguetes que triunfan hoy en día y el por qué la sociedad está condenada al fracaso.

Argumento nº 1: Las CyborRocks.

Creo que no hace falta decir nada, solo hay que mirar sus caras de susto absoluto. Tienen tanto de rockeras como nosotras de inuits.

Argumento nº 2: Luvabella

Da puto miedo. Fin del argumento. 

Argumento nº 3: Poopsie Unicornio

A parte de ser claramente un ser del averno, caga slime. Sí, esa es su función principal, cagar slime arcoiris. Esta maravilla cuesta como 100 €. O sea… te gastas esa cantidad en un muñeco que caga. Hay que tener huevos.

Argumento nº 4: Ksimeritos y Sigotos

Los Ksimeritos son literalmente neonatos a los que tienes que  mantener en una incubadora y alimentar por el cordón umbilical. Son más pequeños que la palma de tu mano y cuestan 50 €. Porque jugar con fetos nunca fue tan divertido. Además, son de unos colores que sugieren que, además, te has cargado al bebé.
Son cigotos. Peludos. Cigotos peludos. 

Y estos, queridos Miguelitos, son los juguetes que están triunfando en la actualidad (yo no sé si bajarme de la vida ya o esperar a que salga un muñeco interactivo de Tommy Wiseau). Mucho hay que decir de los juguetes de nuestra infancia, pero realmente nosotras nos quedamos antes con muñecas cabezonas con muñones en los pies que con estas cosas. 

Con mucho amor y brillis brillis
Camino y Marina

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