domingo, 20 de marzo de 2016

Días de mierda #2: ¿Por qué esa fauna endémica del Metro?

¡Hola holita, Miguelitos!


¿Qué tal os encontráis esta semana? ¿Habéis necesitado un mapa? Sabemos que a veces es necesario tirar de uno de ellos o de un GPS para lograr encontrarse bien (O me pedís ayuda a mí). En su defecto, también podéis hacer uso de un perro guía, pero creo que si no eres ciego no tienes permitido tener uno (Mmmmm... ciegos...) (A Marina le molan los ciegos. Es su parafilia. Dejadla ser feliz, ella también es una persiana persona) (También los tuertos y miopes, cuanto menos vea mejor). Nosotras estamos muy bien, gracias por preguntar. Si es que sois unos amores.



No sabemos si sabéis bien lo que es y lo que implica el Metro. Tal vez donde vivís no tenéis esta (magnífica) (aunque completamente abrumadora, desde mi punto de vista) infraestructura que no sólo te lleva rápidamente a donde necesitas ir, sino que además ameniza el trayecto con su fauna y te dedica hermosas historias con las que poder deleitar a vuestros amigos. En serio, podrán decir lo que quieran del Metro, pero es la pera limonera. (Mejor que el autobús eso seguro) (A mí, personalmente me encanta. De hecho, el sueño de mi vida es el Metro, la hora punta y yo... y una escopeta) (O desorodante en spray. ¿Nunca habéis tenido el ansia de tirarle a la gente pastillas de jabón/chicles/desodorante/lejía? Los olores del Metro son... indescriptibles. Bueno, en realidad muchos se pueden describir con un "PUAJ"). 


El caso es que la vida es una mierda.

Hale, chau.

...

Bueno, vale, esta vez no ha caído, ¿no? En realidad queríamos decir que Camino el otro día tuvo un viaje de Metro que vamos a incluir en "Días de Mierda". ¿Por qué? Pues porque se lo merece, y es que cuando hablamos de la fauna que cohabita en ese ecosistema denominado Metro cualquier encuentro con uno de sus ejemplares puede catalogarse de diversas y variadas maneras que van desde "Esta vida es una mierda" o "¡Esto ha molado un tajete!" pasando, como no podía ser de otra manera, por "¿Qué coño acaba de pasar aquí?" (el Metro te ofrece experiencias que de otro modo no podrías vivir. Probablemente agradecerías no vivirlas. ¡Pero eh, experiencia gratis!). (La vida es como los videojuegos: ganas puntos de experiencia por todo las cosas que haces por muy innecesarias que sean).

Si queréis entender a qué viene todo esto, solo seguid leyendo.

¡Dentro Camino!



Ola, hamijos de yiutiub, soy Camino. ¡Hey, qué pacha, coleguis! ¿Todo bien?

Bueno, queridos, no os quiero entretener más, dejémonos de preliminares: pasemos a lo que viene siendo lo central de la historia, el por qué la vida es una mierda. Y específicamente por qué este trayecto de Metro fue tan… pintoresco, dejémoslo así.

Todo comenzó por la mañana, cuando pronto, demasiado pronto, sonó el despertador. El caso es que, como todas las mañanas, me levanté (quejándome), di los buenos días por el WhatsApp del Club (quejándome), me fui al baño a ocuparme de mis asuntos (quejándome), desayuné (quejándome con la boca llena de tostada de Nutella... mmmmhhhh... nostada de Tutella... oh, wait), me vestí (quejándome), hice la cama (quejándome) y me quejé quejándome. Por no perder la costumbre, me gusta quejarme. Sobre todo por las mañanas, les da un toque acogedor innegable.

Cuando suena el despertador.
Estaba bajando al Metro con un frío de mil pares de narices y quejándome (Otra vez) con la cara a la temperatura del hielo del ártico cuando decidí que, como Marina no me había respondido al Whats de la mañana se merecía que le llenara el teléfono de mensajes. Sin acritud ni nada, para que llegase a clase, por supuesto. Puro desinterés, altruismo, amor, amistad, caca. Si es que soy más buena amiga... (Y por eso Marina aprendió hace muuuucho mucho tiempo a poner en silencio el móvil cuando se echa a dormir) (Si un día te entra un asesino en serie y mis mensajes son lo único que te podría despertar... te arrepentirás de tenerlo apagado. Si cuela, cuela). (Por mi parte no cuela).

Llegué al Metro, me subí, me quejé mentalmente porque hacía demasiado calor (en serio, parece una sauna. ¿A quién se le ocurrió? ¡No me da la vida para quitarme todas las capas que llevo puestas!)… y porque la señora de mi lado me había robado el asiento en el que planeaba aposentar yo mi culo (¡será descarada la mujer!) (Se llama ley de la selva o del más fuerte). Fue un par de paradas más adelante cuando por fin, ¡por fin! logré sentarme yo (al lado de la señora roba-asientos… ¡Quien ríe el último ríe mejor, señora!). ¡Por fin! Ya no podía quejarme más, la vida me sonreía y mi humor se había vuelto tan fantástico que podría haberme puesto a bendecir bebés. (Ponerte a bendecir bebés a las 8 de la mañana te habría hecho formar parte automáticamente de la fauna más peculiar del metro) (Hombre, mejor que maldecirlos, que suele ser mi humor habitual mañanero...). (Ana os recomienda que pinchéis aquí).

Yo buscando infructuosamente un asiento por la mañana.
De modo que, satisfecha con la vida, volví a sacar el teléfono y, después de comprobar que Ana estaba ya dirigiéndose a nuestro encuentro común, vi que Marina no había contestado (:D). ¡Ultraje! De modo que, tras quejarme un poco más, crují mis dedos y me dediqué a pasarme todo el trayecto posible a petarle el teléfono (y ya de paso mandándole mensajes telepáticos a su gato para que le mordiera la nariz por no hacerme caso. Digoo... para que se despertara y no llegara tarde a clase, claro) (El Señor del Mal no necesita motivación alguna para putear mis mañanas, descuida) todo lo más que pudiera. No hubo respuesta por su parte (será dormilona la tía), por lo que, aburrida, pasé de escribir más después de unos “poquitos” mensajes (escribir innumerables “Marina” no es tan divertido después de los primeros 100) (Para la receptora tampoco lo es). (Por el contrario, a mí me encanta, ser receptora y creadora de los mismos).

Y fue en el momento en que dejé el teléfono cuando, a través de la música que sonaba por mis cascos ("Holiday" versión de la BSO de "Walking on sunshine", en el caso que os interese) sonó a mi lado un eructo increíblemente fuerte. Yo, completamente en shock, me negué a mirar a mi alrededor, pensando instintivamente que si lo hacía la gente me tomaría por la dueña de esa monstruosidad que había sonado a mi lado. "Eh... será una interferencia en mis cascos. Sí, será eso, es lo más probable" me dije a mí misma (Inocente criatura), dispuesta a seguir con mi vida normal y a olvidar ese episodio tan original.


No hubo manera. Otro eructo, aún más fuerte que el anterior, retumbó a mi lado. En ese momento sí que me giré y miré a la señora roba-asientos de hito en hito, de quién venía el sonido, sin saber si decir algo, callarme u ofrecerle un AeroRed para que se pudiera librar de los gases de un modo más… silencioso, por así decirlo (Su bolso es como el bolsillo de Doraemon) (Me gusta ir preparada para todo). Y claro, ya que el chat que más a mano tenía era el de Marina por haber sido la última persona a la que había escrito (Yo estaba en plan mosca virtual) (Jep, jep, sorry)... no pude evitar hacerle una descripción paso a paso de la situación. He aquí la transcripción:

[14/03 08:28] Camino: Tengo a una tía que se está tirando unos eructos a mi lado en el metro que lo fliparías en colores.
[14/03 08:29] Camino: Encima no los dedica con amor como haces tú (como no lo sabíais yo os ilustro: Marina me dedica eructos, me los susurra sensualmente al oído, con amor) (es mi especial forma de demostrarle que le quiero), ésta sólo los echa y se queda así de a gusto. Me empieza a dar asquito. Como... mucho. Dios, es como... como un desprendimiento en las montañas. Como el gruñido de un oso grizzly. Como un león rugiendo.
[14/03 08:30] Camino: Pero más "aeructado", ¿sabes? Con esa resonancia especial que sólo posee un eructo. Es bastante repugnante. Me pregunto si será alguna clase de apuesta. (Si era así la estaba ganando de un modo espectacular).
[14/03 08:31] Camino: Me voy a empezar a partir de risa si sigue así y es peligroso para mí, lo mismo se enfada, me eructa en la cara y muero. (Lo estaba temiendo muy fuerte).


En ese momento, tras un eructo especialmente fuerte la mujer se levantó y se marchó (Me la imagino en plan "mi trabajo aquí ha terminado") ("Hoy la humanidad ha sido salvada"), dejándome paralizada entre las ganas de reír hasta que se me desencajara la mandíbula y flipada por la situación. Acto seguido un señor increíblemente corpulento se sentó en el asiento de mi lado y ya de paso en parte del mío, pero al menos yo ya no estaba aprisionada por una cortina de eructos, por lo que lo dejé pasar y le envié un último mensaje a Marina, que seguía sin contestar.

[14/03 08:32] Camino: Se va, menos mal, comenzaba a preocuparme por mi salud. No podía ser sano estar rodeada de tanto aire regurgitado.

En ese momento vi con alegría que Marina me estaba escribiendo. ¿Qué creéis que dijo? ¿Me compadecería por mi mala suerte, compartiría conmigo otra historia del Metro horrible para amenizarme el resto del viaje? No exactamente:

[14/03 08:33] Muffie: Camino, sabes que hoy entramos media hora más tarde, ¿verdad? ("Formas de amargarle la mañana a los amigos" o "Camino, has sufrido sin razón"). (:(). (:D).

¡Será vkjhksegt! Yo ahí contándole mis desgracias, suplicando por compasión... ¡y la muy asquerosa me manda un mensaje que básicamente dice "Calla, puta, estoy durmiendo"! ¡Será insensible!

Mala persona que eres, Marina.
Y es por eso por lo que mi viaje en el Metro fue una mierda tan grande como un diplodocus. Me había levantado media hora antes de lo que me tocaba (Yo también) y había soportado la sinfonía de eructos de una señora (Yo no) que además me había robado el asiento (Tampoco) ¡para llegar media hora antes a la facultad! ¡Para nada! ¡No clase y no tiempo para hacer nada remotamente interesante tampoco! (Esto sí).

La vida a veces es muy asquerosa, ¿no? es como esa señora del Metro, te eructa en la cara (Sin amor. Es necesario recalcarlo) y se queda tan a gusto mientras tú lo sufres. Como veis ese lugar es otro mundo completamente diferente y donde las normas sociales usuales no se aplican como deberían.

Bueno, chicos, ha sido un placer hablaros de tú a tú, vis a vis (¿Se escribe así?), etc, etc, pero es hora de volver a la dinámica normal del Club. Así que... ¡Camino fuera! (¡Chaíto!).

He aquí  el final de la entrada de hoy. Esperamos que os haya gustado. Camino se moría de la risa (en el momento de sufrir todo esto no, lo aseguro) al pensar en las caras de vosotros, queridos Miguelitos, al leer esto, sobre todo de los que no tenéis un Metro que os ofrezca experiencias de vida fabulosamente asquerosas como estas (y eso que no he contado la del señor que se cortaba las uñas en mi cara, eso ya fue la repanocha) (Ni la de los niños que se tiraron en el asqueroso suelo del metro y se dedicaron a dar vueltas alrededor de la barra de sujeción mientras cantaban sinsentidos. Esperad... eso fueron mis hermanos pequeños :D).
 
Contadnos, ¿cuál ha sido vuestra experiencia de transporte público más repugnante? ¡Sabéis que nos gusta saber! Adelante, queridos, adelante, no os cortéis ni un pelo. El morbo nos mola. ¡Aquí nos despedimos!

Con mucho amor y brillis brillis
Ana, Camino y Marina

5 comentarios:

  1. ¡HOLA! Acá donde vivo no hay metro, por lo que no he podido vivir esas "experiencias" pero amigos que viven en otros lados, me cuentan cada cosa. Pero acá en los buses pasa cada cosa, que muchas son de reírse, otras no tanto.

    Te invito a visites mi nueva reseña.

    ¡Saludos, besos y abrazos!
    ~Pita*

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  2. ¡Holi!

    A mí todavía no me han concedido el perro, así que o gorroneo de los coches de los papis o me voy en autobús :D.

    E´n donde yo vivo tampoco hay metro, pero cuando voy a Madrid (voy mucho) suelo usarlo. NO me suele pasar nada en especial, porque ni siquiera me siento. Pero, ¡hay que ver de lo que habla la gente! Da verdadero asco, en serio. Ni siquiera te puedes agarrar, porque la barra está más mojada que el agua (¿es posible? Chan chan chaaaaan). Yo también he vivido la experiencia de los niños que dan vueltas, y encima los padres les ayudan. Sí, sé que eran sus padres.

    Pobre Camino, ¡vaya día!

    A.

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  3. No me hace fala tener metro si es como el vuestro jajajaja por favor lagrimones estoy echando de la risa jajaja A mi lo más raro que me ha pasado en el bus es tener un señor al lado roncando cual ogro de las cavernas xD Un besazo trío de locas!

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  4. En mi ciudad no hay metro y me alegro. Si ya me pierdo en el autobús, como para coger el metro! Además, soy de trauma fácil, y lo que contáis da muuuucho miedo.

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  5. Madre del amor hermosoo....xD
    Tenia ganas de saber qué le había pasado a Camino mientras yo me quedaba sin gasolina xD
    Y hablando de eso... tengo que coger el bus...ya mismo!!!

    *Pausa para correr a por las cosas y escapar a la parada con un petardo en el culo*
    Aquí tenemos metro! :D Aunque no sé para qué. .. Sólo va hasta la UNI, que es nada..un par de paradas y ala. Lo he cogido dos veces :3 Una yendo pedo y otra sintiéndome gilipollas jajajaja.
    Pero en una islita tam chiquita el metro es tontería, además que el tren está al lado, hay muchos más y sus trayectos son más chachis. Si llegas a tiempo de cogerlo...si llegas.

    ( oye tú, escribir desde el móvil es una birria)

    Yo tengo la teoria de que esa mujer estaba poseida. Pobrecita...y nadie quiso ayudarla. Sólo la juzgaistes en silencio sin ni siquiera pensar en presentarla a Got Talent o al menos Miss Eructo 2016.
    Se tirará más eructos en el bus? Coincidirá Camino más veces com ella? Tachan tachaaan! !

    Os seguiré leyendo achicharrada al sol! !

    Mavy

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