¡Hola holita, Miguelitos!

Antes de preguntaros cómo estáis y todas esas cosas... ¡HOLA! ¡QUÉ DE TIEMPO QUE NO NOS VEÍAMOS! ¡HEMOS VUELTO! A lo mejor no os habéis dado cuenta (esperamos que sí) (Pues sí, si no nos vais a poner tristes y no queréis hacerlo, ¿verdad?) (Para nosotras oficialmente os habéís pasado los últimos tres domingos lloriqueando por la falta de entrada) de que llevamos sin publicar unas cuantas semanas. No, no se debe a que nos hayamos muerto (porque si no, ¿quién estaría escribiendo esto?). Y tampoco, aunque lo parezca, a la pereza (sorprendente ya que somos las reinas de la vagancia, pero no. No fue por eso). Ni siquiera fueron unas vacaciones de blog planeadas, ya que esta ausencia surgió como un cúmulo de inconvenientes en el tiempo: no os vamos a aburrir con explicaciones, simplemente digamos que ha habido una enfermedad larga y jodida (Muy jodida, la hija de puta, muy jodida) y una casa con un ordenador de mierda y al que el Internet no llegaba en condiciones (Amo mi pueblo y tal, pero amo más tener mi Internet de vuelta). ¡Pero ya estamos aquí, listas para volver a dar guerra! ¡Cuánto os hemos echado de menos! No, en realidad no tanto. ¡Un montonazo! A ver, esto es exagerar con ganas. ¡APUCHURRU PUCHURRU!